Decir Adiós No esperes hasta perder a los que amas para valorarlos
- Por: Diana
- 5 jul 2016
- 3 Min. de lectura

Hace unos días en unas platicas con buenos amigos, tocamos el tema de la muerte, y aunque todos quisiéramos ser eternos mortales, sabemos perfectamente que eso nunca sucederá. Todos sabemos que algún día nos tocará decir adiós a un familiar, a un amigo, a la pareja, a nuestros padres o a nuestros hijos, por muy duro que parezca, pero saber de este hecho y vivir esa realidad son dos cosas diferentes.
Por ejemplo, cuando un padre o un hijo muere pareciera como si todos los lazos que se mantenían desde la infancia se hubieran roto, aun cuando ya somos adultos.
Si perder a uno de nuestros padres puede destruir la sensación de seguridad y confianza, cuando se pierde un hijo se destruye toda justificación y lógica. Cuando se pierde un padre somos huérfanos, pero, ¿cómo se le llama cuando se pierde un hijo? Es, quizás, cuando por primera vez nos damos cuenta de lo importante que es valorar y vivir a las personas sin dar por hecho que estarán ahí para siempre.
Cuando esa persona que ha estado a nuestro lado por muchos años, o que se suponía que debía estar para protegernos y se nos va, la realidad cambia instantáneamente. Nos convertimos en protectores y defensores de nuestra propia vida. Literalmente, cuando aún somos niños nos convertimos en un adulto y aun siendo adulto experimentamos no solo la muerte sino también el miedo a perder al niño que aún vive dentro de nosotros.
Un hijo, por doloroso que resulte, se prepara para ver partir a los padres. Después de todo esa es la ley de la vida, pero los padres no encuentran explicación alguna del porqué el hijo amado les fue arrebatado.
El concepto de familia y los roles que los padres o los hijos ocupan deben ser llenados por alguien más, y es aquí dónde debo preguntar ¿Quién se convertirá en el estabilizador de la familia? ¿Quién será la persona que socialmente reconstruirá el mundo? ¿Y qué sucederá si nos damos cuenta de que estamos totalmente solos?
Afortunadamente esto no es algo que hoy en día me esté pasando a mí, pero sí a una persona muy cercana, con la pérdida de su única hija. Todo esto me hizo pensar en lo importante que es decirles todos los días a las personas lo mucho que los queremos, incluyendo a los hijos, amigos, pareja, padres, hermanos. Nunca sabemos cuándo será la última vez que los veamos porque nadie en este mundo tiene la vida asegurada, mucho menos comprada.
Hace más de 20 años cuando murió una muy buena amiga con la que me llevaba casi como hermana, fue un golpe muy duro para mí, y después de compartir tantos planes para el futuro nunca me imaginé que un día ya no la iba a volver a ver, y aunque aprendí a superar su perdida, ahora me doy cuenta que lo hubiera superado de mejor forma si siempre le hubiera dicho lo mucho que la quería y el valor que para mí significaba el que fuera mi gran amiga, mi hermana de corazón.
Aprendan a valorar a sus familias, amigos, parejas, hijos, padres, a las personas que aman, a las personas que simplemente están ahí, aunque no las vean a diario, y sobre todo háganselo sentir, no esperen a perderlos porque el mundo no debe ser igual después de una noticia así. No importa la edad que tengamos: nunca estamos preparados para enfrentar la muerte de las personas que amamos.
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